A lo largo de las diferentes entradas del blog he ido hablando sobre mi hermana-prima y mi relación con ella, pero siempre he tenido la idea de hacer una entrada en exclusiva para ella, ya que se lo merece.
Mi hermana-prima nació dos años antes que yo. Somos primas por parte de padre (mi padre y su padre son hermanos, así que primas hermanas) y de madre (mi madre y su madre son primas hermanas, así que primas segundas). Las circunstancias hicieron que tuviéramos una relación especial desde casi el principio. Su padre y mi padre emigraron a Catalunya cuando eran muy jóvenes y se tenían el uno al otro. Se casaron y tuvieron hijos y, evidentemente, nos veíamos todos los fines de semana, nos íbamos juntos al campo, a la playa, a comer, cumpleaños, fiestas, todo...
Antes de que yo naciera, mi hermana-prima tenía una relación muy estrecha con mi madre, a la que llamaba tata y a la que adoraba. Pero cuando nací yo, cogió celos y no se quería acercar a mi madre. Ni a mí. Evidentemente esto cambió con el paso del tiempo y cuando dejé de ser un bebé se interesó más por mí ya que podía jugar (y hacer lo que quería) conmigo. El destino quiso que ni ella ni yo tuviéramos hermanas, sólo hermanos, así que así fue como se fraguó esta relación tan especial.
El sueño de mi padre y de mi tío era volver algún día a su tierra. Y mi tío fue el primero en conseguirlo. Yo tenía seis años cuando se fueron de Catalunya, pero esto no fue ningún problema para seguir con nuestra relación ya que en vacaciones nosotros bajábamos a Andalucía y estábamos todo el verano juntas. Nos pirrábamos por estar la una con la otra.
Con el paso del tiempo la complicidad infantil dio lugar a una relación basada en confidencias, vivencias conjuntas y un estrechamiento mayor de nuestro vínculo. Durante al año nos carteábamos (que vieja me siento al utilizar esta palabra, jajaja) y seguíamos pasando el verano juntas. Hasta que con 13 años nosotros también nos mudamos a Andalucía, a 50 km. de mis tíos.
En cuanto teníamos oportunidad nos juntábamos: fines de semana, puentes, ferias, fiestas, etc. Mi prima siempre me ha cogido el papel de cuidadora. Me acuerdo cuando salíamos por ahí de adolescentes y se me "arrimaba" alguno y ella le cantaba las cuarenta, ¡¡me los espantaba a todos!!
Con el tiempo yo conocí al que hoy es mi marido y mi prima, después de una relación algo tormentosa con un imbécil, conoció al que hoy es su marido. Congeniamos los cuatro desde el principio. Mi marido y su marido se llevan genial, así que no hubo problemas en quedar los cuatro las veces que nos dio la gana, incluso nos hemos ido de vacaciones juntos. Pero hace ya varios años decidieron dar un giro a su vida ya que no encontraban estabilidad laboral, y se fueron a Madrid. Todavía recuerdo despidiéndome a lágrima viva y mi prima diciendo adios desde el coche... Fue muy duro para mí.
Nos llamábamos a menudo y nos veíamos lo que podíamos, creí que la relación se debilitaría, pero nada más lejos de la realidad, porque a todo lo que nos unía desde pequeñas, se sumó una circunstancia más con la que no contábamos. La infertilidad.
Mi prima empezó antes que yo la búsqueda del bebé. Y no venía. Estuvieron casi dos años intentándolo de manera natural y nada. Les derivaron a fertilidad y les hicieron los estudios pertinentes de los que concluyeron que su caso era Esterilidad de Origen Desconocido, que para mí es lo mismo que decir: no tengo ni p. idea de por qué no te quedas embarazada. Empezó con 6 ciclos de omifín, luego Inseminación Artificial, y, tras una larga lista de espera FIV. Todo negativo. Haciendo la primera FIV es cuando empezaron a ver que pasaba algo con mi prima. A pesar de estimularla, apenas hacía folículos, de hecho sólo lograron un embrión y regularcillo. En las hormonas daba un perfil normal, así que decidieron realizarle la antimulleriana que es para ver la reserva ovárica. Y la tenía súper baja. Diagnóstico: Fallo ovárico oculto y menopausia precoz. Para cuando la derivaron a ovodonación mi prima ya había pasado la edad (estamos hablando de la SS), así que se acabó todo para ella. No puede hacer frente a un tratamiento por privado, ni económica ni emocionalmente. Ha decidido cerrar el archivo porque no podía más. Ha estado años detrás de este sueño y no lo ha conseguido. Y me duele, me duele por lo tremendamente injusto que es. Mi prima es maestra de educación infantil y de primaria y lleva muchísimos años trabajando en una guardería. Es vocacional, es increíble en su trabajo, se desvive por los niños. Le gusta desde siempre. ¿Cómo puede ser el destino tan cruel?
A pesar de todo, mi prima intenta sobrevivir, tiene épocas mejores y épocas peores. Hemos sido el paño de lágrimas la una con la otra y ahora esto ha cambiado. No lo hemos hablado, pero lo sé. Yo he abandonado el barco en el que íbamos ella y yo y sé que se siente sola, que ha perdido un apoyo, porque yo ahora estoy en el otro lado y ella nunca irá allí. Seguimos hablando todas las semanas, pero yo no le hablo de mi embarazo y, si me pregunta, contesto de manera escueta y cambio de tema. No nos hemos visto desde que me quedé embarazada, excepto en la boda de mi hermano. Nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos. En Navidad bajó a Andalucía y todos los años hemos quedado un día, pero este año me comentó que iban a estar menos días, que no íbamos a poder vernos... Y la entiendo, la entiendo perfectamente, me siento muy mal por ella, creo que ha sido el palo más gordo, se ha quedado sin su salvavidas. También me dice que no sabe cuando podrá conocer a mi niño, que el trabajo de ella, el de él... Y la entiendo, no quiero que haga nada que no quiera, no quiero que se fuerce, quiero que esté preparada y si no lo está, no pasa nada. Quién puede enterderla mejor que yo...
Mi prima es una persona excepcional, siempre riendo, le encanta estar de buen humor y tiene una sensibilidad especial. Hace sentir bien a cualquier persona, es muy cercana y dicharachera, siempre con una sonrisa y dispuesta a ayudar a los demás. Me consta que, a pesar de todo, es feliz. Se ha volcado completamente en su trabajo, hace unos trabajos increíbles, ahora está haciendo los disfraces de los niños para el carnaval y se lo curra de verdad. Y así va, poniendo parchecitos a su maltrecho corazón, haciendo escapadas con su marido (lo que les permite la economía), saliendo al cine, a cenar (cuando pueden) e intentando curar su herida.